viernes, 22 de junio de 2007

Empezó tu lucha y ganas de vivir

El día que el Dr. José Guevara me dijo que tenias Leucemia Linfoblastica Aguda, creí que me moría. Todo se derrumbó en un momento. Pensé, leucemia igual a muerte, hasta ese momento no sabía que existian diferentes clases de leucemia y tampoco realmente lo que significaba.
Solo me preguntaba una y otra vez como se lo diría a tu papá y que ibamos a hacer a partir de ese momento. El miedo, la impotencia, la desesperación se apoderaron de mi, nose cómo sali de ese consultorio y como llegue al trabajo de tu papá, para darle tan triste noticia.
No se que vio en mi cara cuando entre, solo abrí la puerta y me le quede viendo, él lo supo sin que yo se lo dijera, se levantó y me dijo tiene leucemia verdad?
Nos fundimos en un abrazo y lloramos amargamente, temíamos tanto por tu vida, por lo que fuera a pasar, es que eras tan pequeño, solo tenías año y medio. ¿cómo enfrentar algo asi?
El Dr. Guevara, nos explicó que la leucemia que tenías era de las mas benignas y que había un porcentaje alto en las estadisticas, que indicaba que te podías curar. Que sería largo, doloroso y siempre el riesgo estaría allí.
Asi que, decidimos que tu tratamiento sería en Caracas, y asi al menos estariamos cerca de la familia. Tuvimos que hacer de tripas corazón para disimular delante de ti y hacerte ver que no pasaba nada, que estabas con tus padres, que te adoraban y harían cualquier cosa por protegerte y ayudarte a superar esa enfermedad.
No tengo palabras para con el Dr. José Guevara, que a Dios gracias apareció en nuestro camino. Gracias Doctor, por haber sido su médico, nuestro apoyo, y sobre todo por ser un gran ser humano. La lucha fue dura, larga y llena de, como decirlo, dudas, rabia, impotencia. Pero siempre nos acompañó la fé y sobre todo tu entereza y las ganas de vivir que siempre nos mostrastes. Gracias también a todos nuestros familiares y amigos que unidos en oración, apoyo y compañía nos ayudaron a superar el día a día. Si, día a día, era la lucha, día a día aprendimos a no rendirnos, pero sobre todo el verte reir, tus ganas de jugar, era lo que nos daba fuerza.
Tu fuerza fue la que no nos dejo caer.

Nos cambiastes la vida


Hijo, desde el día que te concebimos tu papá y yo, cambiastes para siempre nuestras vidas.
Te esperabamos con mucha ilusión y parecía que tenias muchas ganas de nacer, porque siempre que papá llegaba del trabajo y tocaba mi vientre, te saludaba con mucha ternura y amor e increiblemente dabas patadas, como señal de que escuchabas o al menos entendías que eras importante para nosotros.
El día que naciste un 27 de julio de 1983, y te vi por primera vez, me robastes el corazón, eras como una zanahoria, pequeñita, llorabas y llorabas y la enfermera te acerco a mi cara y te hable. Solo te dije "hola hijo mío, bienvenido" y para sorpresa de todos dejastes de llorar.
Cuando tu papá te vio, quedaron enganchados para siempre, no solo fuistes su hijo, fuistes su compañero y amigo, hasta el último momento de tu vida.
Todo lo que haciamos contigo cobraba un nuevo sentido para nuestras vidas. Todo era ilusión, amor y desde entonces fuimos tres, hasta que llegó tu hermana Katy, y entonces pasamos a ser cuatro, para todo.