miércoles, 3 de diciembre de 2008

lunes 1 de diciembre de 2008

Artículo Estudiante Periodismo
licia Medina
OLVIDO, ENEMIGO A BATIR

Al final acabas reconociéndoles, te subes al vagón y sabes que esas tres personas que tienen la mirada perdida compartirán el viaje hasta tu parada. A la mayoría no les conoces, simplemente compartes unos minutos de tu vida con ellos, una mirada, una sonrisa, un suspiro, alguna conversación suelta.
Lo que es difícil de imaginar es que compartirás tu última mirada, tu última sonrisa o conversación con toda esa gente. Pero eso fue exactamente lo que ocurrió en la Línea 1 hace más de dos años.
Era un mediodía caluroso de julio, cuando el convoy UTA 3736 se dirigía hacia Torrente sometido a la rutina de sus años de viajes. Pero cuando en Plaza España se cerraron las puertas no se volvieron a abrir. Lo que pasó en esa oscura curva se ha quedado bajo tierra.
Todos conocemos lo que nos han permitido conocer. El convoy descarriló, 43 personas fallecieron y 47 resultaron heridos. ¿Y luego?
Un reguero de irregularidades impropias de un sistema democrático que impide a las familias de los fallecidos sentirse en paz y enciende la indignación de los ciudadanos. Los responsables son conscientes de que las familias no tienen poder y saben que no les repercutirá en su resultado electoral, con lo que deciden ignorarlas sabiéndose a priori vencedores, pues el olvido es un enemigo imbatible.
Sin embargo, los ciudadanos estamos aquí para combatir este olvido venenoso. Olvido que permite a los responsables de la seguridad del metro vivir con las manos manchadas de sangre. Olvido que se traduce en impunidad política, porque esos responsables siguen ocupando sus cómodos sillones como si nunca hubiera existido el 3 de julio. Olvido que mancilla día a día la memoria de los fallecidos. Olvido que margina a la oscuridad la lucha de aquellos que perdieron hermanas, hijos, amigas, esposas, novios...
Olvido que no estamos dispuestos a permitir .